El olvido

Yo ya me había olvidado.
De todo me había olvidado.
Y se me cayeron todos los recuerdos encima como quien abre una alacena alta buscando algo, y se vienen encima 25 cacerolas, si me permite la metáfora.

Yo creo que hay que olvidarse.
Ahora, ¿Cómo hace uno para olvidar?

Bueno, yo creo que a lo mejor uno no puede manejar el corazón, no puede decidir "dejo de sentir". No puede porque sigue sintiendo. No puede ni siquiera decidir "no me acuerdo, la borré", no puede porque está ahí.
Pero, su conducta la puede decidir. Es decir, si usted se levanta o no se levanta de esta silla para llamar por teléfono, eso lo puede decidir. Y si usted se levanta o no se levanta de esta silla para pasarle en auto por en frente de la casa a los 10 minutos también lo puede decidir.

Así que decida lo poco que puede decidir.


Lo ideal sería que el desamor viniera al mismo tiempo, en el mismo momento en que una nube cruza por el sol, nos desenamoramos, doblamos en la próxima esquina, cada uno para su lado, y chau. 

Pero no sucede así. Y entonces hay veces en que a uno le toca perder, ¿no? Y hay que hacerlo con dignidad.

Por eso conviene educar al corazón para ser uno el primero que se desenamora. Para que no te ganen de mano.
Y educar al corazón en rápidas reacciones.
Si uno es rápido para enamorarse y rápido para desenamorarse va a sufrir menos.

Pero... va a disfrutar menos también.
Va a ser el que menos sufra de los dos, y el que menos goce de los dos.

Y bueno, véalo en sus cuentas.
Yo ya hice las mías y aquí me tienen, tratando de volver a poner las cacerolas en la alacena...

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