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El corazón se enfureció y exigió, entristeció y se desconcertó.
¿Y total para qué? ¿Para articular alguna estrategia imbécil?

¿La procreación? Algo le dijo aquel asunto de que aquel gigantesco número de espermas compitieran por un simple óvulo, y no todo lo contrario.
Desde luego los hombres harían el amor en cualquier sitio con cualquier cantidad de mujeres, incluyendo a completas desconocidas, mientras las hembras serían más selectivas.
Ellas en cada caso atendían la demanda de un sólo óvulo  mientras cada macho tenía a millones y millones de frenéticos espermas gritando enloquecidos ¡déjanos salir por favor! ¡déjanos salir! ¡ya!

F suspiraba por una mujer que le atrajera físicamente y que tuviera la siguiente personalidad: un ágil sentido del humor como el suyo, una pasión por los deportes como la suya, una pasión por la música clásica como la suya -con especial debilidad por Bach- y los climas cálidos. En resumen: se buscaba a él mismo pero en chica guapa.

P se casó y formó una familia. Llevaba una vida acojedora y hogareña; tranquila pero gris.


N era un mujeriego. Evitaba los lazos matrimoniales, y se acostaba con 5 mujeres distintas a la semana: estudiantes, amas de casa, enfermeras, actrices, una doctora, una dependienta, de todo se metía N entre las piernas.


P, desde la calma de su fidelidad, envidiaba a N.


N, más solo que laguna, envidiaba a P.

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