Eros

Los griegos tenían dos divinidades para el amor: Eros y Afrodita. No hay una diferencia clara entre las facultades de ambos, aunque de acuerdo a los diferentes mitos Eros era un un Dios Niño, el cupido romano que enamoró en el inicio mismo de la creación del mundo a Gea en la tierra y a Urano en el cielo para que poblaran la realidad de entidades. Pero después de un largo tiempo, Gea se cansó de Urano y lo mandó a castrar. Cuenta Hesíodo que de esa castración dolorosa nació Afrodita.
Hay una relación íntima entre el amor y el dolor, y entre el amor y la creación.
De hecho, toda creación supone un parto original.
Eros es siempre amor y dolor.

¿Por qué persistimos en hablar del amor desde el desencanto? ¿Por qué ahondar permanentemente en el carácter inestable de los vínculos?

Para los que quieran consumir historias felices, hay mucha oferta. Pero si lo que quieren es una historia de amor, olvídense de esa felicidad.
Hay una idea de Kafka que dice que la felicidad existe, pero que no es para nosotros.

Cada historia de amor ahonda a su manera esta imposibilidad. Ya sea en la contundencia de la fugacidad de los vínculos, en la constancia de la idealización de la pareja, en la angustia de saber que el amor más verdadero es el que no se cunsuma... Tal vez haya que empezar a desacralizar cierta naturaleza ingenua del amor y perderse en la historia de las imposibilidades. ¿Quien dijo que el amor tiene que ver con lo posible y no con lo imposible? Y si tuviera que ver con lo imposible, ¿para qué sirve? Es que la gran tragedia del amor es que tal vez no sirva para nada, y sin embargo sea lo único que necesitemos. O tal vez la vida quiera salirse de su utilidad compulsiva, y encuentra en el amor su expiación. Las tragedias no son ni buenas ni malas, solamente suceden. Y suceden más allá de nuestra voluntad y de nuestra responsabilidad.

Eros: amor y dolor, amor y creación, amor y tragedia.

Esa historia de amor que sin pedir permiso se apareció imprevisible nos cambió la vida para siempre. ¿Es que el amor se trata de estos encuentros casuales que desde lo menos planificado terminan diseñando toda historia?

Es que no se trata de un relato de príncipes y princesas sino de un relato de antihéroes. Todos los personajes de Eros tienen algo de antihéroes, ¿todos los amantes seremos en el fondo entonces antihéroes? Pero también es cierto que todo depende de cómo definamos la naturaleza de toda historia de amor, ver en el Dios Eros sólo una faceta de su actuación es parcializarlo. Es como querer vivir eternamente sin comprender que la muerte en realidad es parte misma de la vida. El amor es gozo, pero también dolor. Besos, pero también golpes. Y ésto, tal vez sea sólo la expresión de esta tensión: bello, pero también angustiante.

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