El sexo y el amor

El sistema de relojería de la cabeza da vueltas en sentido contrario al de dos ruedas dentadas. En una de ellas están las visiones, en la otra las reacciones del cuerpo. El diente en el que está la visión de una mujer desnuda toca el diente opuesto, en el que está inscrito el imperativo de la erección. Si por algún descuido las ruedas se desplazan y la rueda de la excitación se pone en contacto con el diente en el que está pintada la imagen de una golondrina volando, nuestro sexo se empinará al ver a una golondrina.


La única manera de salvar el amor de la estupidez del sexo hubiese sido la de ajustar de otro modo el reloj de nuestra cabeza y excitarnos viendo una golondrina.

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