Las relaciones entre los seres humanos y la tecnología
En general hay dos posturas opuestas entre sí.
Las dos posturas que son las que naturalmente todos tenemos en principio son las siguientes:
Una es la postura celebratoria u optimista, que es la idea de que la tecnología lo que hace es mejorar una naturaleza humana que sin embargo no cambia. O sea, lo que diríamos es que la tecnología está siempre mejorando la calidad de vida; la utopía de la tecnología mejorando el mundo para todos.
Y la postura contraria, ese futurismo apocalíptico, es la idea de que la tecnología destruye lo humano. O sea, si en la postura celebratoria la técnica es una extensión del hombre, en esta segunda postura es al revés, el hombre pasa a ser una extensión de la técnica. Como que la tecnología termina disolviendo lo humano y recreándolo desde su perspectiva. Es la idea de que en realidad los celulares han disuelto o han comprimido la comunicación real entre los seres humanos. O sea, no nos comunicamos más sino que encajamos en las necesidades que tiene el celular de que nos comuniquemos, según sus parámetros.
El tema es que son dos posturas muy extremas. Una muy optimista, la otra muy pesimista, y me parece que lo que se puede es encontrar una postura distinta. Ésto implica romper con ciertas dicotomías estructurales con las que el hombre viene pensando la realidad. Digo, la transformación tecnológica de los últimos años amerita un cambio profundo en nuestros pensamientos. No podemos seguir pensando las mismas cosas de siempre en el mundo de la realidad virtual, en el mundo de la informática, en este mundo tecnologizado.
Tenemos la tendencia a pensar que hay categorías que son inmodificables. Por ejemplo, las relaciones vinculares.
Tal vez, desde la aparición de las redes sociales cambiaron los vínculos en sí mismos. Tal vez el tipo de relación que nosotros hoy generamos afectivamente no puede ser analizado con los parámetros que lo analizábamos hace 50 años.
Las relaciones de hace 50 años están pensadas desde ciertas categorías que hoy no funcionan. Porque hoy tenemos herramientas que nos brindan formas de relacionarnos con el otro completamente innovadoras. El problema es que el hombre tiene esa arraigues, tiene como esa faceta conservadora que todo el tiempo está como reprimiéndose la posibilidad de pensarse a sí mismo cambiado.
No son lo mismo las relaciones vinculares antes y después de las redes sociales. Las redes sociales están generando un cambio revolucionario. Ahora, vos me preguntás, ¿es bueno o es malo?, la respuesta sería: -bueno o malo remite a las dicotomías previas- no sé si es bueno o malo, es diferente. Las formas en las que nos relacionamos con el otro son absolutamente novedosas, no pueden ser analizadas desde las categorías anteriores.
Ahora, vos me decís ¿qué tiene que ver esa relación con la que tenían mis abuelos?, nada.
Nada y seguramente no va a ser el mismo tipo de relación vincular de la que tengan los nietos de los hombres actuales. Pero de eso se trata la naturaleza humana, de estar todo el tiempo reinventándose. El problema es que tenemos como esa especie de necesidad de aferrarnos siempre a categorías antiguas porque sentimos que el mundo va más rápido de lo que nosotros podemos llegar a pensarlo. Siempre sucede éso. Las instituciones, las categorías de análisis, siempre vienen después.
Un filósofo llamado Hegel decía que la filosofía llega siempre tarde, porque las cosas cambian a tal ritmo que cuando el hombre hace la sinapsis y puede llegar a pensar lo que está sucediendo, el mundo ya cambió.
La naturaleza humana tal vez tiene como definición el que es la única cuya esencia es estar todo el tiempo reinventando su propia naturaleza.
Es decir, el hombre modifica la técnica pero la técnica también modifica al hombre generando un ida y vuelta interminable. Entonces se va dando una interacción donde lo humano ya no es siempre lo mismo.
Lo que hay que entender es que la tecnología llega a lugares tan esenciales de la naturaleza humana que ya no es el mismo hombre que hoy está pensando el trabajo, el amor o la vida, que el de hace 2 mil años, o el de hace 50.
Y también está aquel que marca una diferencia como diciendo: una cosa es la vida real, otra lo que sucede en Internet. ¿Lo que sucede en Internet, no es la vida real? ¿Internet no es parte de la realidad?
Tal vez la realidad de nuestros tiempos ya incluya a la virtualidad informática como parte de lo real.
Volviendo a lo de antes, tal vez nuestra categoría de lo real, y nuestra manera de pensar la diferencia entre lo real y lo virtual, ya no sirva. Ya no puede ser tan tajante esa diferencia.
Y otra cosa que también está en la misma línea, ¿qué es lo público y lo privado después de la revolución tecnológica?, ¿se puede seguir pensando en términos de privacidad o de intimidad cuando vos lo que hacés es presentar tu YO abiertamente a través de la redes sociales?, ¿la idea de lo público y lo privado, la idea del YO, la idea de la identidad, se la puede seguir pensando después de Internet del mismo modo? Yo creo que no. ¿Qué sería lo privado y lo no privado cuando la existencia misma de Internet o de la informática implica que tu identidad siempre surge exponiéndose frente a un otro abierto? No existe el concepto de privacidad en Internet porque el concepto de privacidad incluiría directamente no subir nada. En cambio Internet ya te llama a que vos tengas una postura de presentación de lo que sos.
Y ahí surge otro problema, ¿cómo te presentás en Internet? Cuando vos armás tu perfil público, ¿qué hacés? Entonces ahí vienen las voces apocalípticas que te dicen: el hombre por culpa de Facebook se volvió falso, está mintiendo, se está presentando en su perfil público poniendo lo que le conviene. Yo pregunto, ¿cuándo vos hablás con alguien, te encontrás con alguien y te dicen "contame algo de tu vida, vos quién sos?", vos cuando contestás, ¿no hacés lo mismo?, ¿o decís toda la verdad? La subjetividad siempre es parcial, uno todo el tiempo se está interpretando a sí mismo conciente e inconcientemente. Y eso también sucede en Internet, en Facebook. El tema es que facebook materialmente brinda la posibilidad de una presentación de la identidad muy diferente y maximiza esa postura. O sea, en ese sentido, yo creo que le hace un bien a nuestra manera de pensar quiénes somos. Creo que no existe una identidad fija, una identidad verdadera, sino que la identidad está siempre reinventándose y reinterpretándose. Y éso Facebook materialmente te lo permite realizar todo el tiempo.
Las dos posturas que son las que naturalmente todos tenemos en principio son las siguientes:
Una es la postura celebratoria u optimista, que es la idea de que la tecnología lo que hace es mejorar una naturaleza humana que sin embargo no cambia. O sea, lo que diríamos es que la tecnología está siempre mejorando la calidad de vida; la utopía de la tecnología mejorando el mundo para todos.
Y la postura contraria, ese futurismo apocalíptico, es la idea de que la tecnología destruye lo humano. O sea, si en la postura celebratoria la técnica es una extensión del hombre, en esta segunda postura es al revés, el hombre pasa a ser una extensión de la técnica. Como que la tecnología termina disolviendo lo humano y recreándolo desde su perspectiva. Es la idea de que en realidad los celulares han disuelto o han comprimido la comunicación real entre los seres humanos. O sea, no nos comunicamos más sino que encajamos en las necesidades que tiene el celular de que nos comuniquemos, según sus parámetros.
El tema es que son dos posturas muy extremas. Una muy optimista, la otra muy pesimista, y me parece que lo que se puede es encontrar una postura distinta. Ésto implica romper con ciertas dicotomías estructurales con las que el hombre viene pensando la realidad. Digo, la transformación tecnológica de los últimos años amerita un cambio profundo en nuestros pensamientos. No podemos seguir pensando las mismas cosas de siempre en el mundo de la realidad virtual, en el mundo de la informática, en este mundo tecnologizado.
Tenemos la tendencia a pensar que hay categorías que son inmodificables. Por ejemplo, las relaciones vinculares.
Tal vez, desde la aparición de las redes sociales cambiaron los vínculos en sí mismos. Tal vez el tipo de relación que nosotros hoy generamos afectivamente no puede ser analizado con los parámetros que lo analizábamos hace 50 años.
Las relaciones de hace 50 años están pensadas desde ciertas categorías que hoy no funcionan. Porque hoy tenemos herramientas que nos brindan formas de relacionarnos con el otro completamente innovadoras. El problema es que el hombre tiene esa arraigues, tiene como esa faceta conservadora que todo el tiempo está como reprimiéndose la posibilidad de pensarse a sí mismo cambiado.
No son lo mismo las relaciones vinculares antes y después de las redes sociales. Las redes sociales están generando un cambio revolucionario. Ahora, vos me preguntás, ¿es bueno o es malo?, la respuesta sería: -bueno o malo remite a las dicotomías previas- no sé si es bueno o malo, es diferente. Las formas en las que nos relacionamos con el otro son absolutamente novedosas, no pueden ser analizadas desde las categorías anteriores.
Ahora, vos me decís ¿qué tiene que ver esa relación con la que tenían mis abuelos?, nada.
Nada y seguramente no va a ser el mismo tipo de relación vincular de la que tengan los nietos de los hombres actuales. Pero de eso se trata la naturaleza humana, de estar todo el tiempo reinventándose. El problema es que tenemos como esa especie de necesidad de aferrarnos siempre a categorías antiguas porque sentimos que el mundo va más rápido de lo que nosotros podemos llegar a pensarlo. Siempre sucede éso. Las instituciones, las categorías de análisis, siempre vienen después.
Un filósofo llamado Hegel decía que la filosofía llega siempre tarde, porque las cosas cambian a tal ritmo que cuando el hombre hace la sinapsis y puede llegar a pensar lo que está sucediendo, el mundo ya cambió.
La naturaleza humana tal vez tiene como definición el que es la única cuya esencia es estar todo el tiempo reinventando su propia naturaleza.
Es decir, el hombre modifica la técnica pero la técnica también modifica al hombre generando un ida y vuelta interminable. Entonces se va dando una interacción donde lo humano ya no es siempre lo mismo.
Lo que hay que entender es que la tecnología llega a lugares tan esenciales de la naturaleza humana que ya no es el mismo hombre que hoy está pensando el trabajo, el amor o la vida, que el de hace 2 mil años, o el de hace 50.
Y también está aquel que marca una diferencia como diciendo: una cosa es la vida real, otra lo que sucede en Internet. ¿Lo que sucede en Internet, no es la vida real? ¿Internet no es parte de la realidad?
Tal vez la realidad de nuestros tiempos ya incluya a la virtualidad informática como parte de lo real.
Volviendo a lo de antes, tal vez nuestra categoría de lo real, y nuestra manera de pensar la diferencia entre lo real y lo virtual, ya no sirva. Ya no puede ser tan tajante esa diferencia.
Y otra cosa que también está en la misma línea, ¿qué es lo público y lo privado después de la revolución tecnológica?, ¿se puede seguir pensando en términos de privacidad o de intimidad cuando vos lo que hacés es presentar tu YO abiertamente a través de la redes sociales?, ¿la idea de lo público y lo privado, la idea del YO, la idea de la identidad, se la puede seguir pensando después de Internet del mismo modo? Yo creo que no. ¿Qué sería lo privado y lo no privado cuando la existencia misma de Internet o de la informática implica que tu identidad siempre surge exponiéndose frente a un otro abierto? No existe el concepto de privacidad en Internet porque el concepto de privacidad incluiría directamente no subir nada. En cambio Internet ya te llama a que vos tengas una postura de presentación de lo que sos.
Y ahí surge otro problema, ¿cómo te presentás en Internet? Cuando vos armás tu perfil público, ¿qué hacés? Entonces ahí vienen las voces apocalípticas que te dicen: el hombre por culpa de Facebook se volvió falso, está mintiendo, se está presentando en su perfil público poniendo lo que le conviene. Yo pregunto, ¿cuándo vos hablás con alguien, te encontrás con alguien y te dicen "contame algo de tu vida, vos quién sos?", vos cuando contestás, ¿no hacés lo mismo?, ¿o decís toda la verdad? La subjetividad siempre es parcial, uno todo el tiempo se está interpretando a sí mismo conciente e inconcientemente. Y eso también sucede en Internet, en Facebook. El tema es que facebook materialmente brinda la posibilidad de una presentación de la identidad muy diferente y maximiza esa postura. O sea, en ese sentido, yo creo que le hace un bien a nuestra manera de pensar quiénes somos. Creo que no existe una identidad fija, una identidad verdadera, sino que la identidad está siempre reinventándose y reinterpretándose. Y éso Facebook materialmente te lo permite realizar todo el tiempo.
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