El amor tampoco respeta razones.
Él sabía que no era su hombre. Ella sabía que no era su mujer.
Aún así, se entregaron el uno al otro dejando en manos de la vida la responsabilidad de separarlos cuando llegase el momento.
Esto, en vez de disminuir la entrega, hizo que los dos viviesen cada instante como si fuese el último, y el amor entre ellos pasó a tener la intensidad de las cosas que se tornan eternas porque saben que van a morir...
llegué acá desvelada, y justamente por un amor que no respetó razones
ResponderEliminarla única diferencia es que nosotros nos embriagamos tanto del deslumbramiento, del flechazo, que no nos dimos cuenta, hasta mucho después, que no éramos los indicados
golpearse la cabeza contra la pared siempre duele